El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una afección muy difícil de diagnosticar —y que no se acaba de entender por completo. A pesar de tratarse de un problema físico, también tiene componentes psicológicos. Esto significa que una persona con síndrome de fatiga crónica puede presentar síntomas físicos, como dolor de cabeza o de articulaciones. Pero la misma persona puede presentar también síntomas emocionales, como pérdida de interés en sus actividades favoritas.
Para complicar todavía más las cosas, distintas personas con síndrome de fatiga crónica pueden presentar síntomas diferentes. Y los síntomas del síndrome de fatiga crónica a menudo se parecen mucho a los de otras enfermedades, como la mononucleosis, la enfermedad de Lyme o la depresión. Y, por si fuera poco, los síntomas de este síndrome pueden variar a lo largo del tiempo incluso en un mismo individuo.
A veces varias personas de la misma familia contraen el SFC. Esto puede obedecer a que la tendencia a desarrollar este síndrome tal vez sea genética.
A) Fatiga inexplicable que dura seis meses o más. Las personas con síndrome de fatiga crónica están agotadas, y su cansancio y falta de energía puede durar meses, sin que haya una causa evidente del mismo. Este tipo de fatiga hace que resulte sumamente difícil levantarse de la cama por la mañana, vestirse e incluso comer. Y repercute sobre los estudios, el trabajo y el ocio —incluso sobre actividades como ir al cine o tocar un instrumento musical. El síndrome de fatiga crónica no mejora reposando o durmiendo.
B) Padecer Cuatro o más de los siguientes síntomas:
- problemas de concentración y memoria a corto plazo
- dolor de garganta
- ganglios linfáticos inflamados y dolorosos al tacto
- dolor muscular
- dolor articular en ausencia de inflamación o enrojecimiento
- dolor de cabeza más fuerte o distinto del habitual
sueño reparador (es decir, no sentirse descansado ni siquiera después de dormir)
- cansancio o agotamiento que dura más de 24 horas después de hacer ejercicio físico
Incluir un programa de ejercicios, regular y cuidadosamente diseñado, en tu rutina diaria.
Utilizar técnicas de control del estrés y de reducción del estrés
Alimentarse de forma saludable.
Considerar la medicina "alternativa". La acupuntura, el reiki, el masaje, los estiramientos, el yoga y el tai chi parecen ayudar a mucha gente afectada por el síndrome de fatiga crónica —pero es una buena idea que informes a tu médico sobre cualquier otro tratamiento a que te sometas.
Vivir con el síndrome de fatiga crónica
La terapia y los grupos de apoyo pueden ayudar a los adolescentes con síndrome de fatiga crónica y a sus padres a afrontar los problemas académicos o sociales derivados de la enfermedad, como tener que faltar a clase frecuentemente, ir mal en los estudios o aislarse de las amistades y evitar las situaciones sociales.
He aquí algunas cosas que podemos implementar en nuestros cuidados que pueden ayudar:
1. Reconocer y expresar sentimientos: Las emociones fuertes forman parte de este síndrome. Sentimientos como la tristeza, el enfado y la frustración son completamente normales —y reconocer lo que se siente y decirlo son buenas estrategias de afrontamiento. El hecho de reconocer la emociones que experimentamos (en vez de intentar reprimirlas o simular que no te pasa nada) puede ayudar a averiguar que hay detrás de ellas y a afrontar mejor los problemas que puedamos tener.
2. Escribir. Cuando el síndrome de fatiga crónica afecta a la memoria y a la capacidad de concentración, puede ayudar anotar las cosas. Por ejemplo, hacer listas y notas para recordar lo que tiene que hacer. También puede ayudar llevar un diario donde escribir sobre los sentimientos y niveles de energía lo que puede ayudar a identificar tendencias; por ejemplo, si tiene más energía a determinada hora del día, esa información ayudará a organizar mejor a la hora de programar sesiones de ejercicio físico u otras actividades.
3. Concéderse más tiempo para hacer las cosas, sobre todo aquellas actividades que requieran concentración o esfuerzo físico.
Muchos expertos hacen hincapié en que, cuando se tiene síndrome de fatiga crónica, es más importante tener una actitud positiva sobre la mejoría que intentar entender por qué se ha desarrollado la enfermedad. Lamentablemente, mucha gente pasa demasiado tiempo intentando identificar una sola causa en vez de iniciar un tratamiento —cuando algunos tratamientos, como las técnicas de control del estrés y el ejercicio progresivo previamente mencionado, han demostrado ser eficaces en muchos casos. En otras palabras, incluso sin saber cuál es la causa del síndrome de fatiga crónica, los pacientes que quieren mejorar y adoptan una actitud activa y positiva ante la enfermedad tienen mucho mejor pronóstico.
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