Esta indicado tratar con oxígeno de forma aguda a cualquier enfermo respiratorio que presente en sangre unas cifras de oxígeno en sangre arterial por debajo de 50 mmHg determinado en una gasometría arterial. Pacientes que estaban previamente sanos y sufren una enfermedad respiratoria aguda con valores de oxígeno en sangre arterial por debajo de 60 mmHg. Otras enfermedades agudas, con niveles de oxígeno en sangre mayores de 60 mmHg pero en las que pueden producirse cambios bruscos (por Ej. en la agudización grave del asma, en la embolia pulmonar, hemorragia graves, etc). Situaciones en las que el oxígeno en sangre arterial se mantiene en concentraciones normales pero existe hipoxemia a nivel de los tejidos por fallo cardíaco o alteraciones en la hemoglobina. Las situaciones descritas se dan en pacientes que habitualmente requieren ingreso o al menos observación hospitalaria en los servicios de urgencias. Si bien los valores de gasometría son el gold standard de diagnóstico y tratamiento con oxigeno, el enfermero entrenado puede con la mínima valoración saber si el mismo requiere de éste de manera inmediata, con lo cual no requiere de la indicación médica en sí para comenzar a administrarlo.
Indicaciones de Oxigenoterapia:
· Hipoxemia arterial. Es la indicación más frecuente. Se presenta en casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, atelectasia, neumonía, mal de altura, neumonitis intersticial, fístulas arteriovenosas, tromboembolismo pulmonar, etc.
· Hipoxia tisular sin hipoxemia. Sucede en casos de anemia, intoxicación por cianuro, estados hipermetabólicos, hemoglobinopatías, hipotensión marcada, etc.
· Situaciones especiales (en las que está recomendado el uso de O2): infarto agudo de miocardio, fallo cardiaco, shock hipovolémico, intoxicación por monóxido de carbono y traumatismo torácico de cualquier tipo.
Se realiza mediante un sensor lumínico de la hemoglobina circulante en la sangre de los capilares del pulpejo de los dedos o del pabellón auricular, el cual puede ser descartable o fijo conectado por un cable a un receptor digital que registra la frecuencia cardíaca y el porcentaje de saturación (% de moléculas de oxigeno adheridas a la hemoglobina detectada en el área capilar). Posee un sistema de alarmas y sonido de latido que puede modificarse. Este sistema puede hallarse de forma individual y portátil o en monitores multiparamétricos.
Para un adecuado registro del pulsioxímetro se debe tener en cuenta:
1. Que el paciente no tenga las extremidades frías o húmedas.
2. Que no use esmalte para uñas. (otro lugar donde puede sensarlo es en dedos del pie o lóbulo del pabellón auricular).
3. Delimitar alarmas entre 85% (mínimo) y 100% (máximo).
a) Conocer la historia del enfermo, su patología y las causas de la hipoxia.
b) Valorar la gasometría basal, ya que la PaO2 no es la misma para un paciente asmático que para otro con una neumonía y un pulmón previamente sano. El paciente EPOC por lo gral. maneja una SpO2 crónica estable entre 90 - 93 % sin sintomatología.
c) Explorar el estado de la ventilación del paciente: la frecuencia respiratoria, la forma de respiración, el volumen que ventila y la utilización o no de musculatura accesoria.
d) Valorar la repercusión hemodinámica y neurológica de la hipoxia: cianosis, palidez, piel “marmolada”, desorientación, letargo ó excitación, ansiedad, taquicardia o bradicardia, presencia de alteraciones en el ECG, etc…
e) Obtener la colaboración del paciente, manteniéndolo debidamente informado sobre la importancia de la oxigenoterapia, que no se saque el dispositivo de administración de O2, los cuidados para prevenir lesiones ulcerosas por presión en puntos de apoyo, etc...
Para poder administrar el oxígeno adecuadamente debemos disponer de los siguientes elementos:
Fuente de suministro de oxígeno.
Manómetro
Flujómetro (flumeter)
Humidificador.
- Fuente de suministro de oxígeno: Es el lugar en el que se almacena el oxígeno y a partir del cual se distribuye. El O2 se almacena comprimido con el fin de que quepa la mayor cantidad posible en los recipientes. Esta gran presión a la que está sometido el gas ha de ser disminuida antes de administrarlo, ya que si no dañaría el aparato respiratorio. Las fuentes de O2 pueden ser:
A ) Central de oxígeno: Se emplea en los hospitales, donde el gas se encuentra en un depósito central (tanque) que está localizado fuera de la edificación hospitalaria. Desde el tanque parte un sistema de tuberías que distribuye el oxígeno hasta las diferentes dependencias hospitalarias (toma de O2 central).
B) Tubo ó Cilindro de presión: Es la fuente empleada en atención primaria, aunque también está presente en los hospitales (en las zonas donde no haya toma de O2 central o por si esta fallara). Son recipientes metálicos alargados de mayor o menor capacidad.
- Manómetro: Al cilindro de presión se le acopla siempre un manómetro. Con el manómetro se puede medir la presión a la que se encuentra el oxígeno dentro del cilindro, lo cual se indica mediante una aguja sobre una escala graduada. Con él se regula la presión a la que sale el O2 del cilindro.
- Flujómetro: Es un dispositivo que permite controlar la cantidad de litros por minuto (flujo) que salen de la fuente de suministro de oxígeno. El flujo puede venir indicado mediante una aguja sobre una escala graduada o mediante una “bolita de metal” que sube o baja por un cilindro que también posee una escala graduada.
- Humidificador: El oxígeno se guarda comprimido y para ello hay que licuarlo, enfriarlo y secarlo. Antes de administrar el O2 hay que humidificarlo para que no reseque las vías aéreas. Ello se consigue con un humidificador, que es un recipiente al cual se le introduce agua destilada estéril hasta aproximadamente 2/3 de su capacidad. En nuestro servicio contamos con humidificadores los cuales permiten colocar otro dispositivo que es un calentador para administrar O2 húmedo y calentado.
Una vez conocidos los elementos que se emplean para administrar el oxígeno, podemos hacer una descripción del recorrido que sigue el gas: el oxígeno está en la fuente (cilindro de presión) a gran presión. Al salir de la fuente medimos esta presión (manómetro) y regulamos la presión que deseamos (perilla - manorreductor). A continuación, el oxígeno pasa por el flujómetro y en él regulamos la cantidad de litros por minuto que se van a suministrar. Finalmente, el gas pasa por el humidificador, con lo que ya está listo para que lo inhale el paciente.